A salvo
cuando cruces las aguas, yo estaré contigo;
Isaías 43:2
cuando cruces los ríos, no te cubrirán sus aguas;
cuando camines por el fuego, no te quemarás ni te abrasarán las llamas.
Hay que reconocer que confiar no es algo sencillo. De hecho, requiere de la fe ciega de un niño, y al mismo tiempo, de la fuerza y valentía de un guerrero. Porque confiar es cerrar los ojos, dejando que alguien más grande que nosotros nos lleve a salvo a lo largo del camino, y aferrarnos a las promesas de Dios cuando el mundo entero parece tambalearse.
En estos días vino a mí un recuerdo que atesoraré siempre. Era solo una niña y me encontraba en una de las avenidas más transitadas de Lima, al ser tan pequeña veía esas pistas como interminables y a los buses que pasaban, como gigantes, dispuestos a aplastarme sin piedad. Pero algo que también puedo recordar es la presencia de mi papá, a mi lado. Antes de cruzar, él siempre tomaba mi mano. El ir y venir de los carros al cruzar me causaba tanto temor que lo que solía hacer era cerrar los ojos, y aferrarme de su mano con fuerza. Confiaba en él, sabía que me llevaría a salvo al otro lado de la calle, que de alguna forma él sería capaz de esquivar camiones, buses y autos, con tal de que nada malo me sucediera.
Puede que hoy estés atravesando por uno de los momentos más difíciles de tu vida, y que las pruebas que tienes que enfrentar se vean como gigantes. Pero hay algo que no debes olvidar, a tu Padre celestial, quien no solo está a tu lado, sino que también sostiene tu mano derecha. Su amor por ti es capaz de darlo todo con tal de mantenerte a salvo. De hecho, al tomar su mano lo sabrás, porque al hacerlo sentirás una cicatriz muy profunda, cicatriz que los clavos le dejaron cuando entrego hasta su ultimo aliento por ti.
Si el Rey del cielo y la tierra, es tu padre, y está dispuesto a todo por ti, entonces no hay nada que temer. Solo tienes que tomar su mano fuertemente, y sí, puedes cerrar los ojos si quieres, porque sin duda, Él te llevará a salvo al otro lado de la calle.
Pastilla Celestial
Tener a tu lado al Rey del Cielo y convertirte en su hijo es lo más sencillo que hay. Solo tienes que creer en Él, arrepentirte de tus pecados y entregarle tu corazón. Si lo haces, podrás correr a él las veces que quieras, y nunca más tendrás que atravesar ninguna prueba solo(a), él tomará fuerte tu mano. Si ya eres su hijo, disfruta de su presencia, él quiere llevarte a la profundidad de ella, y mostrarte secretos que están ocultos para el mundo. Una de las cosas más importantes que aprenderás, será confiar en Él, eso traerá paz y tranquilidad inexplicables a tu corazón, aún en medio de la tormenta.